Hacía lo necesario no se exponía para nada. Su juego se adornaba de elegancia e inteligencia. Un centrodelantero fino con grandes cualidades para el salto, llegó a marcar goles, los cuales no pudo llevar a la selección Paranaense pues era cupo capitalino. Recorrió varios clubes del país, especialmente, en el Este.
Lucio Augustti brilló con otras grandes y memorables figuras del fútbol Paranaense. Una sólida base espiritual y principios bien definidos son los pilares de su personalidad. Apenas tuvo la oportunidad, tomó la decisión de forjar su destino hasta que se radicó en la capital del Alto Paraná. Dios y la familia están en primer lugar en su vida, cuenta que el secreto para sobresalir en el fútbol es el cuidado personal, nada de bebidas alcohólicas, cigarrillos y fiestas nocturnas.
Inicios: “En 1978 fiché por Rubio Ñu, cuando estaba en primera división, tenía 15 años, estaba en las inferiores. Después bajó de categoría y tuvo que jugar el ascenso, allí debuté en primera con Jotvino Mendoza quien era el entrenador. Jugué cuatro temporadas, recuerdo que perdimos la final de 1984. Al año siguiente yo y otro compañero fuimos al club Coronel Oviedo a cambio de una deuda que nuestro club tenía con el otro por la transferencia de Buenaventura Ferreira. Milité de allí un año, luego fui a buscar mi pase, le pedí al presidente y recuerdo que me pidió 1 millón y medio de guaraníes. El club 12 de Junio compró mi ficha con la condición que luego de un año tenía que cederme“, expresó Augustti.
Añadió seguidamente: “Llegué a jugar en la selección Ovetense el torneo República que ganó Olimpia. Después empecé a cambiar de clubes cada año, prácticamente. A propósito, tuve la suerte de ser llamado por Osvaldo Domínguez Dibb, después de un amistoso contra la reserva de Olimpia, donde estaban Luis Alberto Monzón, Jara Heyn y otros. Me pidió para que me presente para la pretemporada, pero nunca me fui. Después fiché por Minga Guazu en la época de Joaquín Rodríguez, paseá a jugar en Nanawa Por unos años. No pude estar en la selección Paranaense porque antes había cupos y yo era capitalino por eso no podía jugar”.
Apodo: “ Lucho me llamaban los compañeros así se me conocía en el ámbito del fútbol “.
Ayer y hoy: “Primero, los jóvenes no quieren jugar, no demuestran actitud en la cancha. De un equipo, cinco, máximo, se esfuerzan el resto no. Y eso se da porque creo que falta incentivo. En nuestra época había amor propio además recuerdo que cuando estaba en Boquerón, Carlos Delvalle nos pagaba 100 dólares por partido y 100 por cada gol. Una vez le ganamos 14-1 a Tupi Guaraní. Otra cosa que influye actualmente es que cualquiera es técnico, no importa su formación ni su personalidad cualquiera mete un silbato en la boca y se hace de técnico. En mi época, don Carlos Arce, Saturnino Arrúa, Cristpín Rafael Verza,, Eduardo Rivera eran algunos de los técnicos. Eran exigentes, hacían repetir un córner hasta que salga bien y ante cualquier acto de indisciplina, te marginaba“.
Regalos del fútbol: “Muchas amistades, coseché millones de amigos, que es lo mejor. El fútbol me dio y me sigue dando salud que es fundamental porque sigo jugando en la categoría Senior. Además tengo una linda familia, un par de hijos, y mi esposa, quien es referente en la iglesia. En nuestra familia la base espiritual es muy importante pues nos forjan principios para ser buenas personas que sean útiles a la sociedad.
Un técnico: “Siempre uno aprende un poco de todos. En mi caso, esa fue mi filosofía, porque tengo principios”.
Anécdota: “En Rubio Ñu yo era quien encabezaba la mutual y recuerdo que en los viajes hacía sorteos. Compraba crema dental, envolvía bien grande para sortear y los del cuerpo técnico tenían que comprar 10 boletos porque ellos ganaban bien y lo recaudado era para el asadito de los lunes del plantel».
Mensaje para la juventud: “Mucha dedicación, tienen que tomar con seriedad las prácticas y prepararse solamente así se marca la diferencia. De nada sirve que uno sea muy bueno técnicamente porque si no está preparado no va aguantar el trajín de un partido “.
Agradecimientos: “A mi tío, Ramón Paredes, ya fallecido. Fue él quien me llevó a Rubio Ñu para empezar. a sin él quién sabe si yo estaría hoy aquí”
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